El nervio laríngeo recurrente es un rama del nervio vago que conecta la base del cerebro con la laringe. En los humanos, estos dos puntos están a una distancia de unos 20 centímetros, pero el nervio laríngeo recurrente en vez de tomar una ruta directa se dirige hacia abajo, penetra en el pecho, enhebra la aorta y vuelve hacia arriba para llegar a la laringe recorriendo un total de unos 90 centímetros. Este fenómeno ocurre en todos los tetrápodos. En las jirafas, el nervio parte de la base del cerebro y luego de pasar a apenas unos 15 centímetros de la laringe, en vez de dirigirse directamente a ella, continua también hacia abajo para hacer el mismo recorrido penetrando en el pecho y volviendo a ascender a lo largo del cuello resultando en un inútil desvío de casi 5 metros!
La razón de la peculiaridad está en su origen y desarrollo a través del tiempo. Originalmente, en los peces ancestrales que iniciaron el linaje de los tetrápodos, el nervio salía del cerebro, pasaba próximo al corazón, y llegaba en línea recta a las branquias (de las cuales evolucionó luego la laringe) según sucede en los peces modernos y es confirmado en la etapa embrionaria homóloga del desarrollo de los vertebrados.
Durante el curso de la evolución, al irse extendiendo el cuello y alejándose el corazón más y más del cerebro, el nervio quedó "enganchado" en el arco aórtico, y de la única forma que el nervio permaneciera conectado a la laringe era irse alargándose gradualmente más y más.
¿Esto es diseño inteligente? ¿Dónde está la inteligencia? ¿Dónde está la evidencia de un proceso sensatemente ideado y premeditado?
Este es apenas uno de múltiples ejemplos de pésimo diseño en el mundo viviente, entre otros: alas de 2 centímetros en kiwis, ojos atrofiados en varias especies que viven en cavernas o bajo tierra, caderas angostas que facilitan el bipedalismo pero dificultan el parto en el género homo desde hace más de un millón de años, conexiones neurales de la retina situadas delante de las células fotoreceptoras, muelas del juicio en humanos, etc..
Todos estos casos son inexplicables bajo la visión de un diseño inteligente. Un plan infestado de contrasentidos y disparates. En cambio, son perfectamente entendibles asumiendo un proceso de evolución mediante selección natural donde los cambios en estructuras deben necesariamente operarse sobre formas ya existentes en el organismo según fueron evolucionando anteriormente.
La evolución no es un brillante ingeniero diseñando de cero y con un fin preconcebido el mejor automóvil.
Es un mecánico obligado a trabajar en el automóvil que le ha tocado y para el cual no posee los repuestos ideales (objetivos preconcebidos), valiéndose apenas de una herramienta (ADN auto-replicable), sus conocimientos acumulados (información digitalizada del genoma), creatividad (mutaciones), inventiva (herencia de rasgos), y el apremio de un jefe que no ha de perdonar (supervivencia y procreación o no), listo a dar la máxima condena por un error pero también una cuantiosa recompensa por una solución viable e innovadora (selección natural).
"El real problema con los creacionistas/diseño inteligentistas no es cuando insertan a Dios en el conocimiento científico actual. [...] El real problema es cuando los creacionistas/diseño inteligentistas insertan a Dios en los huecos de SU PROPIO CONOCIMIENTO PERSONAL, huecos que han sido llenados por científicos. Aquí es completamente claro que los creacionistas/diseño inteligentistas son suficientemente arrogantes para llamar a Dios desde los Cielos para suplir su ignorancia, básicamente porque son reticentes a realizar el arduo trabajo requerido para tener un entendimiento básico del tema que están tratando." - Nick Matzke (Doctorado en Biología)