Las hormigas cortadoras de hojas (Attini, de las que varias especies habitan Uruguay), cortan y llevan a su nido trozos de hojas de plantas matándo así muchas veces las plantas. Sobre esas hojas, las hormigas cultivarán hongos de los que luego se alimentarán. Esos hongos, a menudo son atacados por otra especie de hongos, Escovopsis, para consumirlos también. Pero para ello, esas hormigas tienen un antídoto: en un lugar especializado de su cutícula portan un tipo de levadura negra en el que a su vez vive una bacteria (Pseudonocardia) que produce un antibiótico que mata al hongo indeseado.
¿Por qué un ser ultrapoderoso habría de diseñar un complejo sistema basado en enfrentamientos, coacciones y muerte para que se alimente una hormiga? ¿No debería ser sencillo para él hacerlo simple y sin crueldad? Parafraseando a Darwin sobre la supuesta creación independiente de las especies: "Bajo la visión común de Creación sólo podemos decir que así es. Que así le complació hacerlo al Creador. Pero esa no es una explicación científica."
En cambio, asumiendo un proceso de selección natural en un marco de coevolución, tanto mutualista como antagonística, y en el que la frontera entre los genomas de cada especie participante se hace borrosa en bien de complejas relaciones simbióticas, no es difícil comprender que tales casos tengan lugar.