(De una encuesta del Pew Research Center publicada el 13 de noviembre de 2014)
En muchas preguntas de la encuesta, Uruguay es un caso atípico y es por mucho el país más secular de América Latina. Un total del 37% de los uruguayos dicen no tener una religión en particular o que son ateos o agnósticos. En ningún otro país latinoamericano encuestado la cantidad de personas sin afiliación religiosa asciende ni siquiera al 20% de la población.
La laicidad, o separación entre la religión y el estado, tiene una larga historia en Uruguay. En 1861, el gobierno nacionalizó los cementerios de todo el país y rompió su afiliación con las iglesias. Poco después, el gobierno prohibió que las iglesias tuvieran un rol en la educación pública y que emitieran certificados de matrimonio. La secularización continuó en el siglo XX: Una nueva constitución consagró la separación entre la religión y la vida pública, se quitaron las referencias a Dios del juramento parlamentario y se quitaron las referencias religiosas de los nombres de las ciudades y los pueblos.
En la actualidad, Uruguay tiene por mucho los niveles más bajos de compromiso religioso entre los países encuestados. Menos de un tercio de los uruguayos (28%) dicen que la religión es muy importante en sus vidas; en ningún otro país encuestado hay menos de cuatro de cada diez personas que digan esto. Relativamente pocos uruguayos dicen que rezan diariamente (29%) o que asisten a servicios religiosos semanalmente (13%). En contraste, en su vecino Brasil, el 61% de los adultos dicen que rezan a diario y el 45% informan asistir a los servicios al menos una vez a la semana.
En cuanto a las opiniones y actitudes sociales frente a la moralidad, Uruguay se destaca constantemente por su liberalismo. Es el único país encuestado donde una mayoría del público está a favor de permitir que las parejas del mismo sexo se casen legalmente (62%) y donde la mitad de los adultos (54%) dicen que el aborto debería ser legal en todos los casos o en la mayoría. Además, es el único país de la región donde la mayoría (57%) dice que los líderes religiosos no deberían tener “ninguna influencia en absoluto” en asuntos políticos.
En muchas preguntas de la encuesta, Uruguay es un caso atípico y es por mucho el país más secular de América Latina. Un total del 37% de los uruguayos dicen no tener una religión en particular o que son ateos o agnósticos. En ningún otro país latinoamericano encuestado la cantidad de personas sin afiliación religiosa asciende ni siquiera al 20% de la población.
La laicidad, o separación entre la religión y el estado, tiene una larga historia en Uruguay. En 1861, el gobierno nacionalizó los cementerios de todo el país y rompió su afiliación con las iglesias. Poco después, el gobierno prohibió que las iglesias tuvieran un rol en la educación pública y que emitieran certificados de matrimonio. La secularización continuó en el siglo XX: Una nueva constitución consagró la separación entre la religión y la vida pública, se quitaron las referencias a Dios del juramento parlamentario y se quitaron las referencias religiosas de los nombres de las ciudades y los pueblos.
En la actualidad, Uruguay tiene por mucho los niveles más bajos de compromiso religioso entre los países encuestados. Menos de un tercio de los uruguayos (28%) dicen que la religión es muy importante en sus vidas; en ningún otro país encuestado hay menos de cuatro de cada diez personas que digan esto. Relativamente pocos uruguayos dicen que rezan diariamente (29%) o que asisten a servicios religiosos semanalmente (13%). En contraste, en su vecino Brasil, el 61% de los adultos dicen que rezan a diario y el 45% informan asistir a los servicios al menos una vez a la semana.
En cuanto a las opiniones y actitudes sociales frente a la moralidad, Uruguay se destaca constantemente por su liberalismo. Es el único país encuestado donde una mayoría del público está a favor de permitir que las parejas del mismo sexo se casen legalmente (62%) y donde la mitad de los adultos (54%) dicen que el aborto debería ser legal en todos los casos o en la mayoría. Además, es el único país de la región donde la mayoría (57%) dice que los líderes religiosos no deberían tener “ninguna influencia en absoluto” en asuntos políticos.
No hay comentarios:
Los comentarios nuevos no están permitidos.